jueves, mayo 19, 2005

Google quiere acelerar la navegación por la web

Los servidores de la compañía actuarán como una gigantesca caché para los usuarios gracias a un programa para Windows que también echará mano de otras técnicas para acelerar la navegación del internauta.

De los ya famosos laboratorios de investigación y desarrollo de Google vuelve a salir otra herramienta que pretende hacernos la vida más fácil en Internet. Esta vez se trata de acelerar la navegación a través de la web.

Web Accelerator es un complemento para el Internet Explorer de Microsoft o Firefox funcionando solamente sobre el sistema operativo Windows -al igual que otras utilidades de Google como la Google Toolbar- y que acelera la navegación por web utilizando para ello varias técnicas. Una de estas es, por ejemplo, guardar las páginas que el usuario consulta con asiduidad en los servidores centrales de Google, de forma que se crea una caché intermedia en la que periódicamente se almacenan los cambios que ocurren en las páginas web. Ciertas páginas pueden también ser guardadas por entero en el disco duro local. La compresión de datos y el aprovechamiento de los tiempos muertos en que el usuario no descarga nada para consultar si hay actualizaciones de páginas son otras de las técnicas empleadas por esta herramienta.

La nueva herramienta de Google está diseñada y optimizada para su uso con conexiones de gran ancho de banda, como ADSL o cable. Los usuarios de conexiones por módem también puede usar este software, pero probablemente no llegarán ni a notar sus efectos.

Por motivos de seguridad, el contenido de las páginas cifradas mediante HTTPS no es acelerado, pues no se guarda en ninguna caché ni en los servidores de la compañía. La descarga de grandes ficheros, como los proporcionados por los servicios P2P, tampoco es acelerada, ni las descargas de películas o música en streaming.

Un elemento que ha provocado cierta polémica entre la comunidad internauta es el de la privacidad. Todas las páginas que el usuario visualice en su computadora pasarán a través de los servidores de Google. No obstante, la empresa ha asegurado que no utilizará dicha información para ninguna finalidad.

Lecciones sobre la burbuja inmobiliaria de Hong Kong

Siempre que los precios de la vivienda suben –bien sea en Shanghai, San Francisco o Santiago–, los expertos se preguntan si es debido a una burbuja especulativa que, con el tiempo, podría explotar y causar un gran desastre. Desde luego, estos bruscos vaivenes no son exclusivos del sector inmobiliario, como bien sabe cualquier inversor que haya perdido hasta la camisa durante el boom de las punto-com de los años 90. ¿Cuál es la causa de esas burbujas? ¿Hay alguna manera de identificarlas en el momento de su formación, en lugar de cuando ya están formadas? Un nuevo trabajo de investigación que examina la volatilidad del mercado de la vivienda residencial en Hong Kong entre 1992 y 1997 muestra interesantes puntos de vista sobre éstas y otras cuestiones.
En el artículo The Anatomy of a Housing Bubble (Anatomía de una burbuja inmobiliaria), Grace Wong, profesora de Wharton especializada en el sector inmobiliario, propone varios modos de identificar futuras burbujas inmobiliarias con suficiente antelación como para poder introducir medidas correctoras antes de que el daño se produzca. El estudio de Wong se basa en el mercado de la vivienda de Hong Kong, que fue testigo de un incremento real -ajustado por la inflación-, de sus precios del 50% desde 1995 hasta 1997, seguido de una caída real del 57% desde 1997 hasta 2002. Asimismo, el número de compraventas realizadas aumentaba significativamente de 1995 a 1997 –de 68.000 a más de 172.000-, pero descendía hasta 85.000 el año siguiente.

Wong sostiene que los cambios en los mercados subyacentes y en los indicadores macroeconómicos básicos de Hong Kong durante el período estudiado no justifican totalmente las bruscas fluctuaciones en los precios o en el volumen de transacciones de la vivienda. Wong cree que su estudio ofrece "una herramienta con un enorme potencial” para definir, identificar y buscar pruebas de actividad especulativa en los mercados de la vivienda. "Mi artículo puede utilizarse como herramienta de diagnóstico antes de que ocurran las cosas. Podemos identificar los cambios prácticamente al mismo tiempo que los precios están subiendo”. Esta capacidad –continúa- hará posible que legisladores, promotores y demás agentes involucrados en el mercado de la vivienda reconsideren sus planes mucho antes de que una burbuja explote. Los bancos centrales también podrían utilizar estos análisis de mercado a tiempo real para examinar cualquier especulación innecesaria en el mercado de la vivienda, e intervenir a través de su política monetaria modificando, por ejemplo, los tipos de interés.
¿Cómo funciona exactamente este instrumento de diagnóstico? "Cuando existen actividades especulativas en el mercado de activos, también deberíamos observar un aumento en el volumen de transacciones", explica Wong. "Esta relación positiva entre facturación y precio debería darse en cualquier relación positiva de otras teorías, como por ejemplo la prima de liquidez (según la cual cuanto más se intercambien los activos, mayor será su precio). Lo que hice fue emplear una estructura de datos única que me permitió aislar estos fenómenos y proporcionar pruebas de la existencia de especulación". No obstante, Wong advierte que, al igual que ocurre con otras herramientas de diagnóstico, es posible que ésta no sea perfecta.

"Lo interesante es que la burbuja crece a medida que aumenta la actividad especulativa", señala Wong. "Es posible que siempre haya una cierta demanda especulativa en el mercado, pero las burbujas sólo se forman cuando hay bastante especulación. Lo que podemos hacer es llevar un seguimiento de los cambios en volumen de transacciones, distinguir entre los incrementos debidos a la especulación y los debidos a otros factores, y así hacerse una idea del nivel de especulación que existe. Cuando se produce un brusco aumento en el número de compraventas, deberíamos izar la bandera roja y revisar cuidadosamente las variables fundamentales (que son difíciles de cuantificar) y los precios de la vivienda".

Según Wong, Hong Kong es un escenario adecuado para extraer lecciones útiles para el resto de mercados del mundo por varias razones. Es una ciudad metropolitana similar a otras muchas grandes ciudades del mundo, y con sus 1.102 Kilómetros cuadrados es 6 veces más grande que Washington D.C. El porcentaje de vivienda en propiedad se sitúa alrededor del 50% y los mercados de capital están muy desarrollados. Los complejos de viviendas a gran escala de la ciudad permiten a los investigadores trabajar con un marco empírico, algo que sería mucho más complicado en otras situaciones donde el volumen de compraventas fuese menor y las viviendas no fuesen comparables.
Wong utiliza para los diferentes apartados de su estudio un tamaño de muestra de, al menos, 200 complejos de viviendas a gran escala, que en Hong Kong se denominan “urbanizaciones”. En algunos casos, dicho tamaño de muestra aumenta hasta 320 urbanizaciones. En Hong Kong prácticamente la mitad de los 2,3 millones de viviendas son propiedad del Estado, y la mayoría en régimen de alquiler. El estudio de Wong se centra principalmente en la otra mitad: las viviendas de propiedad privada. La típica urbanización en Hong Kong tiene las siguientes características: 18 años de edad y 291 apartamentos cuyo tamaño medio es 54 metros cuadrados. Las investigaciones de Wong demuestran que el precio medio de la vivienda –ajustado por la inflación- pasaba de 8.265 dólares por metro cuadrado en el período previo a la subida (julio 1993-junio 1995) a 10.600 dólares el metro cuadrado tras la subida (octubre 1995-septiembre 1997).

La metodología y los datos de la muestra con que Wong trabajó le ayudaron a superar algunos de los obstáculos que suelen aparecer en estudios de este tipo. Desde la locura de los tulipanes en Holanda, en el siglo XVII, hasta la burbuja de acciones tecnológicas, a finales de los 90, los modelos de fijación de precios de los activos se han cuestionado. Asimismo, la literatura existente sobre la especulación en los mercados es bastante limitada debido a las dificultades para cuantificar el valor fundamental de los activos. Wong también tuvo que enfrentarse a las peculiaridades de sus mercados objetivo: las viviendas son heterogéneas, la frecuencia de transacciones es normalmente baja, y la localización y las instituciones locales juegan un papel muy relevante – como, por ejemplo, en el establecimiento de normas para las diferentes zonas– a la hora de determinar el valor.

Wong fue capaz de superar esos obstáculos haciendo un análisis “dentro de la ciudad”, utilizando grupos de datos que cubrían a más de 200 urbanizaciones de Hong Kong. Pero antes de trabajar con esa muestra, Wong estudió los datos de compraventas en Hong Kong de todo tipo de bienes inmuebles entre 1994 y 1998. Wong excluyó las transacciones relativas a inmuebles no residenciales y espacios no habitables, como aparcamientos, para así pasar a la siguiente etapa de su investigación. Esto significaba revisar casi 350.000 observaciones, el precio al que se llegó en el acuerdo, metros cuadrados, nombre de los edificios y dirección, entre otras variables.

Wong presenta pruebas que subrayan su teoría de "especulación generada por un exceso de confianza" en Hong Kong, apoyada por un modelo utilizado en un estudio de febrero de 2003 por Jose Scheinkman y Wei Xiong de la Universidad de Princeton en el artículo Overconfidence and Speculative Bubbles (Exceso de confianza y burbujas especulativas). Para comprobar teorías alternativas sobre la relación entre la especulación y el volumen de transacciones, Wong utiliza un modelo propuesto por Jainping Mei de la Escuela de Negocios Stern, perteneciente a la Universidad de Nueva York, y por Scheinkman y Xiong, de la Universidad de Princeton, en su artículo de 2004, Speculative Trading and Stock Prices: An Analysis of China´s A-B Share Premia.

Con este arsenal de datos y metodología, Wong fue capaz de establecer que los incrementos de los precios en Hong Kong no fueron causados por "un simple problema de oferta, en la que una repentina caída en la oferta de vivienda o de las expectativas racionales sobre futuras disminuciones de la oferta" son los principales culpables. Wong también descubría que los llamados factores fundamentales –como crecimiento de la población e inmigración, tendencias salariales, tipos de interés real y estructuras fiscales–, no dispararon el incremento de la demanda.

Wong también descartó la posible explicación de una “huida hacia la calidad” por parte de los inversores después de haber estudiado el rendimiento de las acciones, bonos y divisas internacionales. En este caso, Wong examinaba el índice bursátil Hang Seng de Hong Kong, y encontraba que el rendimiento de las acciones de carácter no inmobiliario era al menos tan alto como el de las acciones de vivienda residencial. Wong ampliaba esta parte de su investigación para estudiar los precios de la vivienda en Hong Kong junto con los índices en los mercados bursátiles de Singapur y Japón. Su descubrimiento: A pesar de que los tres experimentaron una bajada entre 1996 y 1998, los “índices bursátiles extranjeros” (Singapur y Japón) caían mucho antes que los precios de la vivienda de Hong Kong, y no experimentaron una rápida subida previa a la caída". Esto hacía que Wong llegase a la conclusión de que, a pesar de que la caída del mercado de la vivienda podría haber sido causado o agravado por la recesión económica regional, el incremento, antes de 1997, fue debido a factores específicos de Hong Kong.

Wong también estudió las fluctuaciones del tipo de interés como una posible explicación de los crecientes precios inmobiliarios. En este caso, Wong no encontraba suficientes pruebas como para sostener que los menores tipos de interés pudiesen haber alimentado el boom. El dólar de Hong Kong está vinculado al estadounidense, así que a menudo los tipos de interés no reflejan las condiciones económicas de Hong Kong, sino las de Estados Unidos.
El estudio “aún está en construcción”, dice Wong, que quiere continuar con sus investigaciones y refinar sus resultados. "Quiero profundizar más en esta historia", señala. Sin disponer de los datos y análisis adecuados, Wong no se atrevería a especular sobre dónde podría producirse la próxima burbuja, aunque observa ciertas evidencias en los mercados de ciudades costeras estadounidenses, San Francisco y Boston entre otras, que despiertan ciertas “sospechas”. Sin embargo, añade que no puede afirmar que “sea hora de alarmarse, ya que no he estudiado los datos".

Wong, que ha presentando y seguirá presentando sus resultados en conferencias en Asia y Estados Unidos, todavía no ha enviado su trabajo a los responsables del diseño de las políticas gubernamentales y legisladores de Hong Kong, pero tiene pensado distribuir copias entre colegas y académicos. Su próximo proyecto de investigación tendrá como objetivo explorar "la relación entre la especulación en diferentes partes de Hong Kong y la oferta de terreno", señala. Wong también tiene intención de estudiar la evolución de las restricciones en el uso de la tierra a lo largo del tiempo y el espacio en Hong Kong. "Éste es un tema muy complejo y ciertamente ayuda que haya más gente estudiándolo", continúa. "Esperamos desarrollar teorías sobre la propiedad inmobiliaria más sofisticadas y más satisfactorias".

Longhorn: La ambiciosa apuesta de Microsoft

Longhorn: La ambiciosa apuesta de Microsoft
Cuando Bill Gates, presidente de Microsoft, hace publicidad de su próximo sistema operativo de Windows, bautizado como Longhorn, apenas es capaz de reprimir su entusiasmo, añadiendo que “será fantástico cuando llegue a manos de nuestros clientes”. La cuestión es si los clientes compartirán el mismo entusiasmo mostrado por Gates dentro de un año.



Durante su intervención en la conferencia Windows Hardware Engineering el pasado 25 de abril, en Seattle, Gates avanzó detalles sobre su sistema operativo Longhorn, que saldrá a la luz a finales de 2006. Durante la demostración, realizada por Gates y otros ejecutivos de la empresa, se subrayaron las mejoras en temas de seguridad, el “flight data recorder” (una especie de caja negra del ordenador) que puede diagnosticar el motivo por el que el ordenador se bloqueó, el “rich indexing” que permite búsquedas fáciles y vistas previas de los contenidos del disco duro, y los efectos visuales como carpetas de archivos transparentes. “La última vez que introdujimos cosas que realmente aumentaron la posibilidad de hacer más aplicaciones fue con Windows 95”, afirmaba Gates durante su discurso.

Abrir las puertas a la próxima generación es una cosa, pero conseguir que los clientes corporativos e individuales se suban al tren del Longhorn otra, explican profesores de Wharton. Estas mejoras en seguridad, ¿van a modernizar Microsoft de tal modo que sus ingresos aumenten? Los consumidores ¿se dejarán deslumbrar por los nuevos efectos visuales? ¿Será Longhorn capaz por sí mismo de desencadenar cierta histeria de consumo de tecnología relacionada, como semiconductores, ordenadores personales y equipamiento para trabajar en red?

“Es bastante complicado porque Microsoft tiene que jugar en dos mercados: el del consumidor individual y el del cliente corporativo”, dice el profesor de Derecho de Wharton Kevin Werbach. “Microsoft tiene que encontrar el equilibrio adecuado entre las nuevas características y las decisiones de las empresas”. Otro reto tiene que ver con la inercia. “Es cierto, Longhorn es un gran avance para el sector tecnológico, pero es muy difícil emocionarse con ello”, añade Werbach, en especial dado que Longhorn no estará finalizado hasta finales del próximo año. Las buenas noticias son que Gates cuenta con tiempo suficiente para generar expectativas alrededor del lanzamiento de Longhorn. Una versión “beta” de prueba saldrá al mercado en el verano de 2005.

El lanzamiento de un nuevo sistema operativo por parte de Microsoft no constituye el “gran acontecimiento” que en su momento fue el lanzamiento de Windows 95, cuando la gente hacía cola para comprar una copia de prueba del software. Es poco probable que se formen colas semejantes en el caso de Longhorn. “La gente esperará”, predice el profesor de Derecho Dan Hunter. “El reto para Microsoft es conseguir cierta diferenciación [respecto a sus productos predecesores], y conseguir ventas”.
Pero Microsoft aún tiene poder para tener un gran impacto sobre las ventas en tecnología. Según un informe de Merrill Lynch, el 48% de los directores de información afirman que Longhorn posiblemente también contribuya a modernizar los ordenadores personales, una tendencia que debería ayudar a empresas como Hewlett-Packard y Dell Computer.
Mientras, es necesario crear nuevas aplicaciones de software para el sistema operativo. Además, posiblemente se necesite más memoria y Longhorn podría conseguir una serie de mejoras tecnológicas que beneficiasen a un amplio abanico de proveedores. El analista de Merrill Lynch Steven Milunovich sugería que tal vez Longhorn necesite un giga bite de memoria, cosa que podría poner a prueba a los viejos semiconductores de Intel y Advance Micro Devices. Si recopilamos toda esta información, en el fondo Milunovich conjetura que “el mercado de ordenadores personales podría estar preparándose para una importante mejora a mitad del año 2007”.
En opinión del profesor de Gestión de las operaciones y la información de Wharton Eric Clemons, aún queda por ver si Longhorn consigue dar un empujón al sector informático. Gran parte dependerá de la capacidad de Microsoft para resolver problemas de seguridad y convencer a sus clientes que la nueva versión merece la pena. “Si los temas de seguridad son un motivo suficiente y Microsoft realmente ha logrado mejoras, entonces el sistema podría adoptarse rápidamente”, dice Clemons. Pero “si la mayoría de los usuarios creen que pueden leer su correo electrónico, procesar sus documentos de texto y trabajar con sus hojas de cálculo a una velocidad adecuada, y si Microsoft consigue niveles de seguridad por debajo de los estándares de seguridad, entonces el sistema se irá adoptando a tasas muy lentas”.

“La seguridad no es sexy” Algunos expertos predicen que Microsoft no tiene prisa alguna para pasarse al sistema Longhorn. “Una nueva versión de un sistema operativo no es baladí para consumidores y empresas”, afirma Kendall Whitehouse, director senior de tecnologías de la información en Wharton. En opinión de Whitehouse, los clientes corporativos de Microsoft pondrán en un lado de la balanza las mejoras en seguridad y en compatibilidad con aplicaciones existentes, y al otro lado el coste de adoptar Longhorn y los ordenadores personales en los que se tendrá que instalar. “Para las empresas tiene que existir alguna clase de beneficio”, dice Whitehouse. “Pero si la seguridad es mejor, eso ya es un punto a favor de las ventas cuando tienes a tu cargo miles de ordenadores personales”.
En lo que respecta a los consumidores, las características de Longhorn –ventanas translúcidas, integración con el resto de aparatos de ocio y la capacidad para encontrar cualquier archivo fácilmente en el disco duro-, son muy atractivas. Sin embargo, muchos usuarios probablemente no probarán Longhorn hasta que compren un nuevo ordenador personal. “Apuesto que mucha gente esperará”, dice Whitehouse. “Es más fácil”. Otro tema será el tono de la campaña de lanzamiento que Microsoft elija para Longhorn, campaña que básicamente se basará en su mayor seguridad. “Seamos sinceros”, añade Hunter. “La seguridad no es sexy. La seguridad no vende”.

Mientras, el pasado reciente indica que el ciclo que siguen los lanzamientos al mercado de nuevas versiones es cada vez más gradual. Windows XP, el último sistema operativo de Microsoft, se lanzaba en 2001. “El ciclo de las nuevas versiones es más lento, y el ciclo del producto también se está ralentizando”, dice Werbach. Este hecho se traduce en que muchos clientes se toman su tiempo antes de instalar un nuevo producto de Microsoft. Es habitual esperar a que Microsoft lance una versión superior de un nuevo sistema operativo –principalmente para solucionar los fallos iniciales-, antes de comprar la nueva versión. La norma con Microsoft es siempre esperar al siguiente lanzamiento”, señala Weerbach.

El poder de las búsquedas En opinión de Thomas Y. Lee, profesor del Departamento de Gestión de las operaciones y la información de Wharton, uno de los factores que podría disparar las ventas de Longhorn son las búsquedas, una herramienta que está subestimada. Gates ha afirmado que las búsquedas serán un componente vital de Longhorn. Dependiendo de cómo integre Microsoft la capacidad de búsqueda, Lee estima que Longhorn podría cambiar el modo en que la gente interactúa con sus ordenadores.

“Las búsquedas son lo que hace que los ordenadores sean más accesibles para los profanos”, sostiene Lee. “El problema en este momento con el sistema de directorios y carpetas con archivos es que cuesta mucho trabajo encontrar las cosas. La mayoría de los usuarios no tienen conocimientos para gestionar archivos. Las búsquedas nos permiten crear estructuras organizativas y encontrar tres o cuatro trayectorias para llegar hasta la información”. Si Longhorn incluye mejores capacidades de búsqueda, los usuarios pueden organizar y encontrar archivos en base a sus preferencias. ¿Quieres encontrar todos los documentos relacionados con Wharton? Una búsqueda puede organizar por ti todos esos documentos.

Whitehouse cree que la capacidad para localizar y organizar archivos está convirtiéndose en un aspecto cada vez más crítico de los sistemas operativos. ¿Por qué? El espacio de tu disco duro es enorme y es fácil guardar prácticamente todos los documentos que creas. El tema es encontrar y organizar dichos documentos, que incluyen desde fotos, a videos, documentos de texto o presentaciones de Power Point. “Siempre está presente la cuestión de si los clientes de Microsoft realmente necesitan la última versión”, dice Lee. “Si Longhorn permite este tipo de búsqueda, yo creo que la gente estará deseando adquirirlo”.

En opinión de Hunter, una buena búsqueda fundamentalmente cambia el modo en que organizas tus archivos. Como ejemplo, Hunter señala el caso del programa de correo electrónico Gmail de Google. Gmail no tiene carpetas para guardar los mensajes de correo electrónico porque puedes hacer una búsqueda para encontrar el que quieras. “Simplemente lo guardo todo porque sé qué puedo encontrarlo”, explica Hunter. “Se trata de una transformación radical”.

Durante la presentación, Gates afirmó que en Longhorn las búsquedas formarán parte del sistema operativo y “organizar las cosas va a ser fácil y natural”. Pero la pregunta es si las capacidades de organización de datos de Longhorn no serán demasiado escasas o llegarán demasiado tarde. Después de todo, Google ofrece un software gratuito que puede hacer búsquedas en los archivos de Windows y en los contenidos de los archivos. Mientras, el sistema operativo “Tiger” de Apple Computer, que salió al mercado el 29 de abril, contiene una nueva tecnología llamada “Spotlight” que puede buscar cada dato e información de un ordenador Apple y organizar sus contenidos en “Carpetas inteligentes”, carpetas que se ponen al día ellas mismas en base a los criterios de búsqueda que se hayan establecido.

Dado el buen comienzo del sistema operativo de Apple y del sistema de búsquedas de Google, Microsoft tendrá ofrecer un sistema búsquedas para seguir siendo competitivo. “Microsoft siempre ha sido buena identificando las demandas del mercado”, dice Lee. “Pero se podría decir que introducir las búsquedas inteligentes en Longhorn es más bien defensivo”.

Werbach dice que Microsoft va en cierto modo a la zaga en lo que respecta a mantenerse a la altura de rivales como Apple. De hecho, como la base de clientes de Microsoft es tan grande, tiene que lograr que su nuevo sistema operativo sea compatible con su antiguo software, señala. Por otro lado, Apple optó por crear su último sistema operativo de última generación, conocido como OS X, partiendo de cero, lo cual implica que clientes como Clemons tengan que poner al día o bien deshacerse de programas que funcionaban con antiguas versiones. “Apple tiró todo lo viejo a la basura y empezó de nuevo”, dice Werbach. “Microsoft no puede hacer eso. Tiene que crear algo nuevo pero al mismo tiempo mantener parte de lo antiguo. Además de encargarse de la misión de hacer llegar el Apolo a la luna, Microsoft se enfrenta a la mayor proeza en el diseño de software de la historia”.

Prevenir la fuga de cerebros Simplemente estando a la defensiva, con su sistema operativo Microsoft puede preservar su capacidad para ganar dinero; pero además Longhorn tiene que demostrar que el gigante del software puede ser innovador, sugiere Werbach. “Financieramente hablando, Longhhorn es importante para Microsoft y para el crecimiento del sector, pero también es importante para mantener la posición de Microsoft como empresa innovadora. Son muchos los que opinan que Apple ya ha ganado muchas veces a Microsoft en lo que respecta a innovación”.

¿Por qué hay que ser innovador? Werbach dice que, a corto plazo, ser innovador no importa mucho. Sin embargo, a lo largo de varios años no ser capaz de innovar se traduce en una fuga de cerebros. Los mejores y más brillantes programadores y diseñadores quieren trabajar para las empresas más innovadoras, como Google. Si Microsoft no es considerada una empresa innovadora, perderá talentos, que podrán irse con productos rivales como Linux.

“Psicológicamente Longhorn es muy importante”, dice Werbach. “Si tiene éxito, Microsoft seguirá creciendo y atrayendo a los mejores talentos. Si Longhorn tan sólo consigue mantener la gloria pasada de Microsoft, es posible que en los próximos cinco años haya consecuencias para la empresa”.
inicioLonghorn: La ambiciosa apuesta de Microsoft

Cuando Bill Gates, presidente de Microsoft, hace publicidad de su próximo sistema operativo de Windows, bautizado como Longhorn, apenas es capaz de reprimir su entusiasmo, añadiendo que “será fantástico cuando llegue a manos de nuestros clientes”. La cuestión es si los clientes compartirán el mismo entusiasmo mostrado por Gates dentro de un año.

Durante su intervención en la conferencia Windows Hardware Engineering el pasado 25 de abril, en Seattle, Gates avanzó detalles sobre su sistema operativo Longhorn, que saldrá a la luz a finales de 2006. Durante la demostración, realizada por Gates y otros ejecutivos de la empresa, se subrayaron las mejoras en temas de seguridad, el “flight data recorder” (una especie de caja negra del ordenador) que puede diagnosticar el motivo por el que el ordenador se bloqueó, el “rich indexing” que permite búsquedas fáciles y vistas previas de los contenidos del disco duro, y los efectos visuales como carpetas de archivos transparentes. “La última vez que introdujimos cosas que realmente aumentaron la posibilidad de hacer más aplicaciones fue con Windows 95”, afirmaba Gates durante su discurso.

Abrir las puertas a la próxima generación es una cosa, pero conseguir que los clientes corporativos e individuales se suban al tren del Longhorn otra, explican profesores de Wharton. Estas mejoras en seguridad, ¿van a modernizar Microsoft de tal modo que sus ingresos aumenten? Los consumidores ¿se dejarán deslumbrar por los nuevos efectos visuales? ¿Será Longhorn capaz por sí mismo de desencadenar cierta histeria de consumo de tecnología relacionada, como semiconductores, ordenadores personales y equipamiento para trabajar en red?

“Es bastante complicado porque Microsoft tiene que jugar en dos mercados: el del consumidor individual y el del cliente corporativo”, dice el profesor de Derecho de Wharton Kevin Werbach. “Microsoft tiene que encontrar el equilibrio adecuado entre las nuevas características y las decisiones de las empresas”. Otro reto tiene que ver con la inercia. “Es cierto, Longhorn es un gran avance para el sector tecnológico, pero es muy difícil emocionarse con ello”, añade Werbach, en especial dado que Longhorn no estará finalizado hasta finales del próximo año. Las buenas noticias son que Gates cuenta con tiempo suficiente para generar expectativas alrededor del lanzamiento de Longhorn. Una versión “beta” de prueba saldrá al mercado en el verano de 2005.

El lanzamiento de un nuevo sistema operativo por parte de Microsoft no constituye el “gran acontecimiento” que en su momento fue el lanzamiento de Windows 95, cuando la gente hacía cola para comprar una copia de prueba del software. Es poco probable que se formen colas semejantes en el caso de Longhorn. “La gente esperará”, predice el profesor de Derecho Dan Hunter. “El reto para Microsoft es conseguir cierta diferenciación [respecto a sus productos predecesores], y conseguir ventas”.

Pero Microsoft aún tiene poder para tener un gran impacto sobre las ventas en tecnología. Según un informe de Merrill Lynch, el 48% de los directores de información afirman que Longhorn posiblemente también contribuya a modernizar los ordenadores personales, una tendencia que debería ayudar a empresas como Hewlett-Packard y Dell Computer.

Mientras, es necesario crear nuevas aplicaciones de software para el sistema operativo. Además, posiblemente se necesite más memoria y Longhorn podría conseguir una serie de mejoras tecnológicas que beneficiasen a un amplio abanico de proveedores. El analista de Merrill Lynch Steven Milunovich sugería que tal vez Longhorn necesite un giga bite de memoria, cosa que podría poner a prueba a los viejos semiconductores de Intel y Advance Micro Devices. Si recopilamos toda esta información, en el fondo Milunovich conjetura que “el mercado de ordenadores personales podría estar preparándose para una importante mejora a mitad del año 2007”.

En opinión del profesor de Gestión de las operaciones y la información de Wharton Eric Clemons, aún queda por ver si Longhorn consigue dar un empujón al sector informático. Gran parte dependerá de la capacidad de Microsoft para resolver problemas de seguridad y convencer a sus clientes que la nueva versión merece la pena. “Si los temas de seguridad son un motivo suficiente y Microsoft realmente ha logrado mejoras, entonces el sistema podría adoptarse rápidamente”, dice Clemons. Pero “si la mayoría de los usuarios creen que pueden leer su correo electrónico, procesar sus documentos de texto y trabajar con sus hojas de cálculo a una velocidad adecuada, y si Microsoft consigue niveles de seguridad por debajo de los estándares de seguridad, entonces el sistema se irá adoptando a tasas muy lentas”.

“La seguridad no es sexy”

Algunos expertos predicen que Microsoft no tiene prisa alguna para pasarse al sistema Longhorn. “Una nueva versión de un sistema operativo no es baladí para consumidores y empresas”, afirma Kendall Whitehouse, director senior de tecnologías de la información en Wharton. En opinión de Whitehouse, los clientes corporativos de Microsoft pondrán en un lado de la balanza las mejoras en seguridad y en compatibilidad con aplicaciones existentes, y al otro lado el coste de adoptar Longhorn y los ordenadores personales en los que se tendrá que instalar. “Para las empresas tiene que existir alguna clase de beneficio”, dice Whitehouse. “Pero si la seguridad es mejor, eso ya es un punto a favor de las ventas cuando tienes a tu cargo miles de ordenadores personales”.

En lo que respecta a los consumidores, las características de Longhorn –ventanas translúcidas, integración con el resto de aparatos de ocio y la capacidad para encontrar cualquier archivo fácilmente en el disco duro-, son muy atractivas. Sin embargo, muchos usuarios probablemente no probarán Longhorn hasta que compren un nuevo ordenador personal. “Apuesto que mucha gente esperará”, dice Whitehouse. “Es más fácil”. Otro tema será el tono de la campaña de lanzamiento que Microsoft elija para Longhorn, campaña que básicamente se basará en su mayor seguridad. “Seamos sinceros”, añade Hunter. “La seguridad no es sexy. La seguridad no vende”.

Mientras, el pasado reciente indica que el ciclo que siguen los lanzamientos al mercado de nuevas versiones es cada vez más gradual. Windows XP, el último sistema operativo de Microsoft, se lanzaba en 2001. “El ciclo de las nuevas versiones es más lento, y el ciclo del producto también se está ralentizando”, dice Werbach. Este hecho se traduce en que muchos clientes se toman su tiempo antes de instalar un nuevo producto de Microsoft. Es habitual esperar a que Microsoft lance una versión superior de un nuevo sistema operativo –principalmente para solucionar los fallos iniciales-, antes de comprar la nueva versión. La norma con Microsoft es siempre esperar al siguiente lanzamiento”, señala Weerbach.

El poder de las búsquedas

En opinión de Thomas Y. Lee, profesor del Departamento de Gestión de las operaciones y la información de Wharton, uno de los factores que podría disparar las ventas de Longhorn son las búsquedas, una herramienta que está subestimada. Gates ha afirmado que las búsquedas serán un componente vital de Longhorn. Dependiendo de cómo integre Microsoft la capacidad de búsqueda, Lee estima que Longhorn podría cambiar el modo en que la gente interactúa con sus ordenadores.

“Las búsquedas son lo que hace que los ordenadores sean más accesibles para los profanos”, sostiene Lee. “El problema en este momento con el sistema de directorios y carpetas con archivos es que cuesta mucho trabajo encontrar las cosas. La mayoría de los usuarios no tienen conocimientos para gestionar archivos. Las búsquedas nos permiten crear estructuras organizativas y encontrar tres o cuatro trayectorias para llegar hasta la información”. Si Longhorn incluye mejores capacidades de búsqueda, los usuarios pueden organizar y encontrar archivos en base a sus preferencias. ¿Quieres encontrar todos los documentos relacionados con Wharton? Una búsqueda puede organizar por ti todos esos documentos.

Whitehouse cree que la capacidad para localizar y organizar archivos está convirtiéndose en un aspecto cada vez más crítico de los sistemas operativos. ¿Por qué? El espacio de tu disco duro es enorme y es fácil guardar prácticamente todos los documentos que creas. El tema es encontrar y organizar dichos documentos, que incluyen desde fotos, a videos, documentos de texto o presentaciones de Power Point. “Siempre está presente la cuestión de si los clientes de Microsoft realmente necesitan la última versión”, dice Lee. “Si Longhorn permite este tipo de búsqueda, yo creo que la gente estará deseando adquirirlo”.

En opinión de Hunter, una buena búsqueda fundamentalmente cambia el modo en que organizas tus archivos. Como ejemplo, Hunter señala el caso del programa de correo electrónico Gmail de Google. Gmail no tiene carpetas para guardar los mensajes de correo electrónico porque puedes hacer una búsqueda para encontrar el que quieras. “Simplemente lo guardo todo porque sé qué puedo encontrarlo”, explica Hunter. “Se trata de una transformación radical”.

Durante la presentación, Gates afirmó que en Longhorn las búsquedas formarán parte del sistema operativo y “organizar las cosas va a ser fácil y natural”. Pero la pregunta es si las capacidades de organización de datos de Longhorn no serán demasiado escasas o llegarán demasiado tarde. Después de todo, Google ofrece un software gratuito que puede hacer búsquedas en los archivos de Windows y en los contenidos de los archivos. Mientras, el sistema operativo “Tiger” de Apple Computer, que salió al mercado el 29 de abril, contiene una nueva tecnología llamada “Spotlight” que puede buscar cada dato e información de un ordenador Apple y organizar sus contenidos en “Carpetas inteligentes”, carpetas que se ponen al día ellas mismas en base a los criterios de búsqueda que se hayan establecido.

Dado el buen comienzo del sistema operativo de Apple y del sistema de búsquedas de Google, Microsoft tendrá ofrecer un sistema búsquedas para seguir siendo competitivo. “Microsoft siempre ha sido buena identificando las demandas del mercado”, dice Lee. “Pero se podría decir que introducir las búsquedas inteligentes en Longhorn es más bien defensivo”.

Werbach dice que Microsoft va en cierto modo a la zaga en lo que respecta a mantenerse a la altura de rivales como Apple. De hecho, como la base de clientes de Microsoft es tan grande, tiene que lograr que su nuevo sistema operativo sea compatible con su antiguo software, señala. Por otro lado, Apple optó por crear su último sistema operativo de última generación, conocido como OS X, partiendo de cero, lo cual implica que clientes como Clemons tengan que poner al día o bien deshacerse de programas que funcionaban con antiguas versiones. “Apple tiró todo lo viejo a la basura y empezó de nuevo”, dice Werbach. “Microsoft no puede hacer eso. Tiene que crear algo nuevo pero al mismo tiempo mantener parte de lo antiguo. Además de encargarse de la misión de hacer llegar el Apolo a la luna, Microsoft se enfrenta a la mayor proeza en el diseño de software de la historia”.

Prevenir la fuga de cerebros

Simplemente estando a la defensiva, con su sistema operativo Microsoft puede preservar su capacidad para ganar dinero; pero además Longhorn tiene que demostrar que el gigante del software puede ser innovador, sugiere Werbach. “Financieramente hablando, Longhhorn es importante para Microsoft y para el crecimiento del sector, pero también es importante para mantener la posición de Microsoft como empresa innovadora. Son muchos los que opinan que Apple ya ha ganado muchas veces a Microsoft en lo que respecta a innovación”.

¿Por qué hay que ser innovador? Werbach dice que, a corto plazo, ser innovador no importa mucho. Sin embargo, a lo largo de varios años no ser capaz de innovar se traduce en una fuga de cerebros. Los mejores y más brillantes programadores y diseñadores quieren trabajar para las empresas más innovadoras, como Google. Si Microsoft no es considerada una empresa innovadora, perderá talentos, que podrán irse con productos rivales como Linux.

“Psicológicamente Longhorn es muy importante”, dice Werbach. “Si tiene éxito, Microsoft seguirá creciendo y atrayendo a los mejores talentos. Si Longhorn tan sólo consigue mantener la gloria pasada de Microsoft, es posible que en los próximos cinco años haya consecuencias para la empresa”.

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